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 ADAPTADO DE CHANG SU-YING

(publicado por China Libre, enero-febrero, 1991)

 

    No resulta tarea fácil, ni mucho menos, la de hacer la biografía de una persona.  Sobretodo, de aquella que se ha esforzado con cálida dedicación y férrea voluntad por entregarse a su carrera y su profesión.  Una persona que ha sabido aplicar toda la gama pictórica que se le encarga. 

    Al momento de exaltar los méritos y elogiar el éxito y prestigio que goza una persona, no se debe soslayar los momentos difíciles que ha tenido que cruzar por el escrúpulo de eclipsar su fama y categoría actuales.  Teniendo esto en mente, pasamos a exponer un personaje vivo, cuya experiencia de perpetua invención y abnegación lo hace fiel a su ideal y su oficio.  Se trata de un artista que nos hace reflexionar en el sentido de que la trascendencia y el éxito del presente vienen tras el cumplimiento de la voluntad en el pasado por superar las dificultades. 

    Merece esta introducción tan especial porque es el único, hasta ahora, que se ha consagrado sin reservas a su propia vocación y que ha conseguido el respeto y aprecio de los círculos artísticos de España.  Esta no es una biografía pormenorizada ni meticulosa, sino una descripción del campo artístico de la pintura en que se destaca el pintor chino Liang Chun-wu (粱君午)mejor conocido por su nombre en español: Roberto Liang.  Un artista que triunfa y afinca a lo largo de su creación artística en España, una tierra lejana a su lar nativo.

 

Aritista nato

    Liang Chun-wu, hijo único de la pareja formada por Liang Hsi-che(梁希哲) y Chin An-chiung(金安瓊)vino al mundo el 5 de mayo del calendario lunar, en el año 1942.  La fecha corresponde a la fiesta folklórica china de los Botes Dragón., que conmemora el fallecimiento del famoso poeta y patriota Chu Yuan(343-290 A.C.),  Sus padres, inspirados por el nacimiento de su hijo en una fecha tan simbólica, acuerdan en darle por nombre Chun Wu.  Traducido al español, Chun denota un caballero u hombre de virtud.  Wu se refiere a la mencionada fiesta tradicional china, que se denomina Festival Tuan Wu.  Sus padres deseaban que él fuese un caballero nacido bajo la influencia del espíritu de los Botes Dragón. 

    Probablemente ésta ha sido la predestinación de Liang, que acaricia un temperamento poético, heredado tal vez del poeta cuya fiesta se celebraba al momento de nacer él.  La poesía es un atributo intrínseco del artista chino y a los ocho años, Liang ya se traslucía en habilidades pictíricas.  A los doce años descolló entre sus compañeros consiguiendo la Medalla de Plata en un Concurso Internacional de Pintura Juvenil.

      Sus cualidades innatas en la pintura fueron incontrovertibles.  Cuando cursaba los estudios en el Colegio Secundario adjunto de la Universidad Nacional Normal de Taiwan, agotaba más tizas que los profesores.  Estos las empleaban para dar las clases y a él le apasionaban modelarlas en miniobras escultoricopictóricas.  Esta pasión por el arte siguió ardiendo en su mente. 

    No obstante, el futuro pintor fue destinado a ingresar en el Instituto Nacional de Tecnología de Taipei.  Siendo hijo único, todo el mundo daba por sentado en aquella época que la carrera técnica tendría una perspectiva brillante y un buen porvenir desde el punto de vista económico. 

    La tecnología y las artes aparentemente son diametralmente opuestas e incompatibles.  Liang estudiaba por convencimiento y se adhería con gusto a los quehacerres estudiantiles.  No obstante, surgió más fuerte su eminente talento en las artes bajo dicha “trayectoría luminosa”.

 

Coyuntura crucial

    Como todos los ciudadanos chinos varones que llegan a la mayoría de edad, Liang tuvo que prestar el servicio militar.  El fue el único entre sus compañeros de promoción que pudo calificar para servir en la Policía Militar.  Incluso dentro de su formación castrense, Liang seguía consrantemente obsesionado por la pintura.  Aprovechaba cualquier ocasión para “dibujar” su sueño. 

    Fue precisamente allí donde sus excelentes dotes artísticas fueron descubiertas por el fallecido presidente Chiang Ching-kuo, que en aquel entonces era Director General del Cuerpo Juvenil de China.  Chiang le animó para que obtuviese una beca para estudiar Bellas Artes en España.  Al terminar su sevicio militar, Liang resistió la tentación de un trabajo bien remunerado que le ofrecieron y emprendió su itinerario artístico, contra viento y marea, en un país que hasta entonces le era totalmente ajeno.

 

Una pergrinación aventurera

    En 1967, el joven Liang de veinticinco años llegó a España, nación donde se atesora una rica cultura artística.  Estaba desprovisto del expediente académico relacionado con las artes y no había tenido niguna formación pictórica durante sus estudios en Taiwan.  Está demás decir que nunca había dibujado al carboncillo. 

    En ese instante, el sueño de ser pintor pasó del paraíso al valle de lágrimas.  Liang se enteró de que nigún genio era innato ni privilegiado.  Se matriculó en la Escuela Superior de Artes Aplicadas y Oficios, en la que permaneció seis meses.  Diariamente dedicó diez horas para adquirir la técnica necesaria para aprobar la selectividad de la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando, hoy día Facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid.  Su maestro, el famoso pintor Pedro Mozos, le dio las calificaciones más altas para asombro de todos. 

    Sus esfuerzos no fueron en vano, ya que logró ingresar en el puesto 23 entre 650 examinados.  Esto se debió a su magnifica presentación de dibujo, que constituyó un paso más allá para estabilizar su en sueño de ser pintor.  Fue el único estudiante chino que logró ingresar directamente, aprobando a la primera vez el examen. 

    Durante los cinco años de sestudios, tuvo la suerte de seguir el aprendizaje con renombrados pintores españoles, tales como Antonio López y otros.  Terminó sus estudios con matrícula de honor en la evaluación académica, obteniendo el título de Profesor de Dibujo.  Conservó sus trabajos de dibujo convirtiéndolos en diapositivas para la clase de bosquejo de modelos en moción. 

    Liang se casó en 1972 con la señorita Ouyang Hsiang (歐陽湘)  Poco después, retornó al país.  En 1974, comenzó su labor pedagógica como profesor adjunto de las Univerisdades Tamkang y la de Cultura China.  Le agradaba transmitir a los jóvenes universitarios la nueva técnica y los conocimientos pictóricos de la pintura occidental.  Sin embargo, en lo más recóndito de su alma, seguía latiendo perseverantemente un ansia de querer remontar al infinito de la imaginación.

      ¿Profesor o pintor?  Allí estaba el enigma.  Este impulso irresistible le apresuró a presentar su dimisión de la cátedra y retornó a España para emprender de nuevo su carrera artística.

 

Los lbores de la creación pictórica

  Al hablar de la carrera artística de Liang, cabe destacar que su primera exposición de pintura la realizó en la Galería Macarrón, en 1971, cuando aún estudiaba en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando.  En aquella ocasión, sus treinta obras de dibujo y óleos de paisajes y figuras causaron gran sensación. 

    El éxito de esta primera exposición individual hizo que traspasara la frontera del arte y fuese elogiado por los críticos más exigentes del medio español.  En 1973, obtuvo la Medalla de Honor de la Exposición Iberoamericana de Carteles en Barcelona.  Todo esto fue el resultado de sus viajes de estudios, que relaizó aprovechando las vacaciones, por los países europeos: Inglaterra, Italia, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania y Portugal ... sitios donde se ha forjado la cultura occidental.  Estos viajes forjaron la técnica e inspiraron su pensamiento para ensanchar su caudal personal, proyectado pictóricamente a través de la contemplación y la asimilación de las obras de artistas magistrales. 

    Cuando retornó a España con su familia en 1975, la pintura lo era todo para él.  Bullían en su cabeza los proyectos.  Sentía la comezón de crear y lo pasó pintando con entusiasmo pese a los apuros económicos que enfrentaba.  En primer lugar, se dedicó a pintar los cuadros históricos de grandes dimensiones que le encargó el Gobierno de la República de China.  Estas obras se conservan hoy día en el Monumento Conmemorativo de Chiang Kai-shek como exhibición permanente. 

    En 1977 y 1978, cumplió el sueño que le acuciaba, con exposiciones individuales en las galerías Bética y Kleisler, cuyo éxito fortaleció sus méritos y valor como pintor profesional.  A partir de entonces, vinieron en sucesión numerosas exposiciones individuales y colectivas en diferentes ciudades de España: Madrid, Barcelona, Valencia, Gijón, Castellón, etc.; así como en Basilea(Suiza), Spezia(Italia), Tokio, Kioto(Japón), Corea del Sur, Arabia Saudita, y Los Angeles(EE.UU.).  Su carrera y prestigio como artista fueron creciendo y solidificándose. 

    En 1989, la Secretaria del Estado de Califonia, March Fong Eu, le entregó en Los Angeles, el diploma de honor The Great Seal por su excelente labor artística.  Esta gran honra dimana de su constancia y alta fidelidad en el compromiso artístico que ha contraído.  A pesar de eso, Liang no está convencido todavía de que ha llegado el momento de esplendor de su creación artística.

 

Un pintor patriótico

    Por mucho éxito que consiga Liang en el exterior, en su pecho siempre la alienta el amor a la patria.  Ha reiterado en más de una ocasión que su profesión artística se atribuye en buena parte a su patria  procura echar su propio grano de arena para lograr que el pueblo chino alcance fama en el territorio español.

      Al respecto, es digno mencionar su gesto significativo al presentar un cuadro en homenaje a los Reyes de España en la Feria Internacional de Turismo de Madrid en 1988.  En dicho acto cultural, el Rey Juan Carlos indicó que Liang “contribuye a la paz mundial y al acercamiento de los pueblos”.  Esta breve alusión del Rey ha puesto de relieve la importancia del intercambio cultural.  En la interpretación pictórica de Liang se hermanan la armonía, la amistad y el arte. 

Temática pictórica

    Los críticos más autorizados de Bellas Artes consideran las obras de Roberto Liang como la fusión de Oriente y Occidente, el equilibrio de la estática y la dinámica, el reflejo de la emoción y el intimismo, así como la naturaleza de la ternura y la fuerza.  El caballo, el bodegón y la figura femenina encabezan la temática pictórica de los cuadros de Liang.  Sobre todo, la figura femenina ha sido siempre la protagonista de su producción artística.  Para Liang, la mujer no representa una belleza sensual, sino que es el símbolo de la maternidad, la finura y la valentía espiritual.  Es el ser que desde el Génesis hasta la actualidad, pese a su evolución, la humanidad no ha dejado de deshacerse en elogios.

      Liang posee una forma excepcional de apreciar la belleza, muy distante de la interpretación de los demás: “Yo rindo culto a la belleza y no creo en la fealdad.  Sólo es feo aquello que por ser ficticio, sofisticado y muy elaborado no es natural.  Para mí la belleza humana no está representada por el físico, sino por la personalidad y la imaginación”.  La salud del alma y la sabiduría mental son las cosas que le importan en su agudeza retiniana.  “Para mí las cosas no son, sino lo que yo quiero que sean”, reclaca Liang. 

    En consecuencia, frente a las modelos y la firuta femenina, Liang siempre es capaz de sobrepasar más allá de las circunstancias y la conciencia para desentrañar su propia exégesis pictórica con su pulcro estilo, su fantástico tratamiento de luz y su magia cromática, a la que afluyen una amplia gama de tonos en malva, ocre, rosa, turquesa y azul de cobalto.

 

    En ese insondable fondo de la veladura, la difuminación de matices, propios de Liang, se encubre un mensaje oculto que corresponde a una peculiar concepción de lo femenino.

 

    Esta temática de l afigura femenina, amén del aprecio del pintor por la personalidad y la idiosincrasia de la mujer, proviene de sus sentimientos y reminiscencia por los valores humanos que, paradójicamente, van decayendo hoy día en esta sociedad que llamamos de civilización.

 

    El desea que sus obras hagan reflexionar y evocar la cualidad y los instintos más primitivos de la humanidad: la fraternida, la armonía altruista y la unión del hombre con la naturaleza.  En multiples ocasiones, el pintor ha insistido: “... lo que pretendo es lograr la unión entre el mundo que me rodea y el mío propio, y es esta unión armónica con la naturaleza la que quiero hacer llegar al corazón de todos los hombre”.

 

    También ha manifestado claramente el propósito de su creación artística.  Al respecto, Liang indica: “Quiero que mis cuadros se hagan querer y puedan traer demás.” “Creo firmemente en la posibilidad de conseguir, a través del interés por todo lo creado, la armonización entre los valores materiales y espirituales”, añade.

 

    Dentro de este “mundo caleidoscópico” nunca hemos de olvidarnos de despejar un espacio de blancura, que sería la meditación más transparente, la voz más estentórea y el espejo más entrañable del ser humano.  Esta es la técnica que emplea Roberto Liang, fundamental en una pintura que encuentra un vehículo de comunicación con el espectador y que éste a la vez entra, palmo a palmo, en el mundo pictórico del pintor.

 

    De este eje temático, podemos observar que sus cuadros plasman frecuentemente un trasfondo abstracto en cuya textura se expone un mundo lleno de fantasías y sentimientos.  Allí, el pintor recrea la realidad por medio de las figuras, que aparecen sin sensiblerías ni rebeldías, ya sea en el remanso de un estanque de lotos, ya sea desnudas o vestidas con túnicas livianas en el lecho; expresando su interior o aspirando el consuelo de ese orbe imaginario del apocalípsis o la utopía.

 

    Es bien difícil clasificar el estilo y la técnica de Liang.  Salvo los murales descriptivos que pintó para el Monumento Conmemorativo de Chiang Kai-shek, casi todas sus obras mezclan el realismo impresionista con un relaismo mágico y el abstraccionismo.  Para este pintor chino, el arte no tiene horizonte ni fronteras.  “El artista dejará de serlo cuando se limite a cumplir su deber bajo ciertas condiciones”, manifiesta Liang.  Para él, el arte es “una libertad de perpetua invención”.

 

 

Buscando una imagen perfecta

    Es menester hacer hincapié en la vida cotidiana del pintor Liang.  Esta vida cotidiana le inspira continuamente con temas y bellos hallazgos que se convierten en materia para sus cuadros.  Su esposa, Isabel Ouyang, ha sido la figura femenia más hermosamente reflejada en sus obras marestras.

 

    Con su técnica occidental, hace encajar una persona, cuya idiosincrasia representa la característica más típica y encantadora de la mujer oriental.  Además, ella constituye el baluarte espiritual donde se apoya Liang frente a su elaboración artística.  Esta ha sido particularmente la verdad durante los inciertos pirmeros años de su vida pictórica.  Con su honda modestia, Liang agradece esta realidad y considera s su esposa la imagen perfecta dentro de su mundo artístico.

 

    Su señora le ha acompañado, desempeñando diversos “papeles”, de modelo, esposa, amiga y madre de sus dos hijos.  Ha estado siempre cerca en los momentos de tinieblas y ha compartido la alegría de sus frutos.  Roberto Liang, el pintor chino radicado en aquel país con costas en el Mediterráneo, procura tenerla siempre a su lado tanto en el laberinto de la soledad como en el recorrido de la gloría de su creativa carrera pictórica.

from http://homepage.ntu.edu.tw/~luisa/newspaper/roberto_liang.htm#_ftnref1

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